Fue un pregonar distinto a los que ofrecen sus servicios, claro, el ofrece, también, su oficio, pero uno demasiado extraño. Me llamó la atención su pregonar, salí a hacerle una consulta sobre su labor tan extraña. Me preguntó si tenía un trago de tequila que le pudiera regalar, le obsequié la última botella que me quedaba en la cava, eso me recordó que tenía que agregar a la lista de insumos la compra de más botellas de tequila. A cambio de esta botella, le restauraré su corazón, si es que lo tiene dañado, ¿Por qué se dedica a restaurar corazones? No hace mucho tiempo, una mujer hizo añicos mi corazón, sus últimas palabras, en aquella cita, fueron martillazos, muy fuertes, que hicieron trizas mi corazón, no soporté el daño, no soy un escritor famoso, no escribo cómo los grandes autores, escribo porque me gusta no para gustar, primero ensalsó mis escritos para después reírse de ellos, así que cogí la última botella de tequila que me quedaba, antes de salir de casa, le di un gran sorbo, comencé a recorrer las calles, analizando mi vida, de principio a fin, me di cuenta de que no tenía nada, de que no era nadie, después, analicé la historia del amor que viví, recordé todo lo acaecido, de pronto, sin darme cuenta, comencé a gritar, por las calles:¡Corazónes rotos que restaurar! Así que, si tiene su corazón roto, se lo restauro. ¿Restaura corazones de mujeres y hombres? El corazón es el mismo y los sentimeintos son los mismos para todos, la bondad y la maldad existe en el ser humano. El rencor daña la bondad, por eso me dedico a la restauración de corazones, de sentimientos, no guardes rencores, cuéntamelo todo, ya estoy dañado, rencores más, rencores menos, me inmunicé, me convertí en un mounstro, insensible, inhumano, vivo de mi locura, de mi sinamor. Aís que, si tienes roto el corazón, te lo restauro. No había nada que restaurar en mí, le di las gracias, bebió el último trago que quedaba en la botella de tequila que le obsequié, me tendió la mano, me miro fijamente a los ojos, se despidió: no sé si vuelva a pasar por esta calle, ni siquiera sé si la recordaré, dio tres pasos y continúo su pregonar: ¡Corazónes que restaurar!