Un simple antojo.

¡Soledaaad! Puedo comer del helado de chocolate que tienes en el refrigerador, le pregunté aquella noche que fui a visitarla, y con la confianza de siempre me permití abrir la nevera para ver que encontraba de botana, y lo que encontré fue un bote con rico helado de chocolate.

Ella no recordaba que tenía un bote de helado de chocolate. Al abrirlo descubrí que estaba enmohecido, es más, hasta ya olía…me provocó nauseas el olor. Le pregunté que desde cuando lo había comprado. No se acordaba. Quizás fue el antojo de hace unos cuantos meses, respondió.

Si, fue hace dos meses más o menos. Era de madrugada, no encontré ninguna nevería abierta. Así que al otro día lo primero que hice fue ir a comprar el bote de helado de chocolate al súper. Regrese a casa con él, y con otras cosas más que compré. Dejé las bolsas en la mesa, me puse a hacer otras actividades, regresé a acomodar las cosas. Metí todo al refrigerador. El bote de helado al congelador. Y ahí se me olvido. Tan sólo fue un antojo pasajero, de momento, un simple antojo. No me acordé más de él.

¡Ah! Entonces, ahora tienes antojo de mí, por eso me llamaste. Espero no me olvides en la cama, y te vayas a otro cuarto. Porque así pasa con el amor, también se enmohece.